Basílica de San Pedro

No puedes perderte el gran dosel de bronce situado en el centro de la nave, el baldaquino de San Pedro, cuya imponente estructura de 30 metros de altura captura al instante la atención de todos los visitantes de la basílica. Construido por Bernini en la primera mitad del siglo XVII, su arquitectura y diseño se inspiran en numerosas influencias religiosas, como el palio que se sujetaba sobre la cabeza de los papas durante las procesiones, el templo de Jerusalén y el emblema del papa Urbano en el detalle de las hojas de laurel.

Se trata de la cúpula más alta del mundo (mide 136,57 metros de altura) y fue diseñada por algunos de los artistas más importantes de todos los tiempos. El diseño original de Bramante data de 1506 y se inspiró en el estilo y estructura del Panteón. Posteriormente pasó por las manos de Sangallo, quien se inspiró en el modelo del Panteón de Bramante y en la catedral de Florencia, antes de que Miguel Ángel considerara todos los planos anteriores y creara el diseño que vemos hoy en día, siendo Giacomo della Porta y Domenico Fontana quienes realmente finalizaran la construcción más de 90 años más tarde. Si quieres descubrir la cúpula desde una perspectiva única, te recomendamos subir a lo más alto y disfrutar de las impresionantes vistas de la Ciudad del Vaticano y Roma.

La plaza de San Pedro, también creada por Bernini y cuya construcción duró más de diez años (1656-1667), es otro ejemplo excelente del arte y arquitectura barrocos de Roma. La plaza se sitúa justo delante de la basílica de San Pedro y está dominada por un obelisco egipcio de 40 metros de altura, así como por una fuente original de Maderno. Las columnatas están formadas por dos filas de columnas de mármol y 140 estatuas en la parte superior que representan importantes figuras religiosas.